Las vacunas desarrolladas contra COVID-19 han proporcionado grandes beneficios para la salud pública al proteger a la población mundial del mortal SARS-CoV-2. La mayoría de los países han priorizado la distribución de vacunas a los subgrupos más susceptibles de la población. Sin embargo, dada la escasez de suministros de vacunas, se requiere urgentemente una priorización de vacunas más precisa para lograr los mayores beneficios de atención médica. Los protocolos de administración de vacunas actuales se basan en resultados de ensayos clínicos de personas sin infección previa por COVID-19. Sin embargo, las recomendaciones incluyen a individuos recuperados de COVID-19 como candidatos para la vacunación, a pesar de la baja tasa de reinfección en estos individuos que se muestra en los estudios de cohortes.
En nuestro estudio del Complejo Hospitalario Universitario de Albacete, comparamos las respuestas de anticuerpos a las dos dosis de la vacuna COVID-19 de ARNm de BNT162b2 entre trabajadores del Hospital con infección por SARS-CoV-2 antes de la vacunación y TH sin infección previa. Encontramos que diez meses después de la recuperación del COVID-19, los trabajadores sanitarios pre-infectados mostraron una respuesta de anticuerpos temprana e intensa a la primera dosis de la vacuna. Esto fue así incluso para aquellos individuos recuperados de COVID-19 que dieron negativo para anticuerpos anti-SARS-CoV-2 antes de la vacunación. Una segunda dosis no mejoró la respuesta de anticuerpos en los individuos recuperados de COVID-19. Por el contrario, los trabajadores sanitarios sin infección previa necesitaron la segunda dosis para alcanzar sus niveles máximos de anticuerpos anti-SARS-CoV-2, pero sus niveles aún eran más bajos que los niveles máximos de los trabajadores sanitarios que tuvieron la infección anteriormente a la vacunación. Además, los niveles de anticuerpos anti-SARS-CoV-2 dos meses después del final del protocolo de vacunación permanecieron más altos en los trabajadores sanitarios pre-infectados que en los trabajadores sanitarios sin infección previa.
Nuestro estudio confirma los datos previos con respecto a la respuesta de anticuerpos de los individuos recuperados de COVID-19 después de la vacunación y proporciona evidencia nueva y más sólida que sugiere que la memoria inmunológica persiste durante mucho tiempo en la población recuperada de COVID-19. Por lo tanto, recomendamos un cambio en la política de vacunación: la vacunación de los individuos recuperados con COVID-19 puede posponerse hasta que se complete la inmunización del resto de la población.
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Estudio realizado por: Jesús Ontañón, Joaquín Blas, Carlos de Cabo, Celia Santos, Elena Ruiz-Escribano, Antonio García, Luis Marín, Lourdes Sáez, José Luis Beato, Ramón Rada, Laura Navarro, Caridad Sainz de Baranda, Javier Solera
doi: https://doi.org/10.1101/2021.05.25.21257788